COVID-19 deja ver la urgente necesidad de que las ciudades se preparen para las pandemias
Aproximadamente el 95% de los casos de COVID-19 han provenido de zonas urbanas. La preparación en las ciudades y los pueblos para enfrentar la pandemia es más urgente que nunca para así también reducir el riesgo de desastres, especialmente en situaciones difíciles en las que los brotes de una enfermedad podrían coincidir con un evento meteorológico extremo.
La ciudad de Kolkata, en el oriente de India, resultó devastada por el ciclón Amphan, el cual ocasionó muchas muertes y dejó a millones de personas sin electricidad. El temor de contraer el nuevo virus hizo que fuera imposible usar a máxima capacidad los albergues para casos de ciclones. Las restricciones impuestas debido al COVID-19 hicieron que fuera aún más difícil llevar a cabo las evacuaciones.
El COVID-19 tomó por sorpresa a muchos países en todo el mundo, a pesar de las múltiples alertas y las recientes experiencias con epidemias, tal como el síndrome respiratorio agudo grave (SARS, por sus siglas en inglés), que se propaga a través de los centros urbanos, incluidos Hong Kong y Toronto.
Estas y otras experiencias recientes, como la propagación del ébola, han permitido que algunos países se preparen mejor. Sin embargo, generalmente, existe una falta de planificación en cuanto a las amenazas y los desastres a todo nivel.
Se pudo haber evitado la frustrante escasez de equipo de protección personal, etanol para desinfectar y otros suministros de emergencia, si hubiera habido una planificación adecuada para estos escenarios a nivel nacional, respaldada por la asignación de los recursos necesarios para los gobiernos locales.
La crisis del COVID-19 expone una serie de vulnerabilidades sistémicas en los sistemas de atención a la salud, los cuales no pueden hacerse cargo de todos los casos que van en aumento. Asimismo, las ciudades se han visto obligadas a enfrentar el hecho de que una urbanización sin planificar crea condiciones en las que muchos de sus residentes carecen de instalaciones de agua y saneamiento adecuadas, mientras viven en lugares hacinados en los que resulta difícil mantener un distanciamiento social. En este momento, es un requisito urgente que las ciudades y los pueblos adquieran una profunda comprensión de sus riesgos en el caso de futuras pandemias, de la misma forma que lo harían con otras amenazas más visibles, como un evento meteorológico extremo.
NUEVAS MÉTRICAS
Los gobiernos, en especial a nivel local, necesitan planificar y formular estrategias para hacer frente a las amenazas, incluidas las de índole biológica, así como para abordar los vacíos en su preparación y aumentar su capacidad de respuesta. Con esto evitarán ser sorprendidos y posteriormente sentirse abrumados.
Una mejor recopilación de datos permitirá que los líderes de las ciudades se preparen para abordar futuros episodios, en los que métricas que en algún momento eran impensables se vuelven parte de la normalidad, tal como si un parque puede acoger a los residentes de un barrio si estos deben guardar una distancia de por lo menos dos metros.
Existe un marco para gestionar los desastres. Más de 200 ciudades y pueblos de todo el mundo ya están utilizando la herramienta de autoevaluación de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR) para la resiliencia frente a desastres a nivel local, con el fin de desarrollar enfoques empíricos para gestionar el riesgo de desastres.
Se ha añadido a la herramienta un anexo sobre salud pública, el cual ofrece orientación a los gobiernos locales en torno a los temas generales de gestión y recuperación en el caso de amenazas biológicas, incluida una pandemia. Este anexo está diseñado para ayudar a las ciudades a establecer su línea de base para la resiliencia de los sistemas de salud pública, al igual que para enmarcar un plan de acción. Pronto habrá disponible un curso en línea al respecto.
En ciudades como Lisboa, Kampala y el Gran Mánchester, se ha comprobado que la herramienta de autoevaluación es muy útil para ayudar a las ciudades a desarrollar sus estrategias. Asimismo, el Programa de Ciudades Resilientes de ONU-Hábitat ofrece apoyo práctico a los gobiernos locales en las áreas de planificación urbana y resiliencia de edificios a todo tipo de amenazas.
UNA CAMPAÑA GLOBAL
Hace diez años, cuando lanzaron la campaña titulada “Desarrollando ciudades resilientes”, estas agencias de las Naciones Unidas y otros socios de trabajo, tal como el Grupo del Banco Mundial, determinaron la necesidad de prepararse para enfrentar diversos riesgos como cambio climático, brote de enfermedades, contaminación, gestión de desechos, códigos de construcción y ordenamiento territorial. Desde entonces, la campaña ha logrado la inscripción de 4,300 ciudades y pueblos, creando así una red mundial de gobiernos locales conscientes plenamente de la necesidad de reducir el riesgo de desastres.
Actualmente, UNDRR, ONU-Hábitat, el Grupo del Banco Mundial y otros socios de trabajo están aunando esfuerzos para que el aspecto central de la campaña pase de la promoción y la incidencia a la implementación durante la próxima década. Se está invitando a nuevas contrapartes que estén dispuestas a trabajar conjuntamente para la resiliencia urbana a que se incorporen a la iniciativa.
A finales de este año, se lanzará la campaña sucesora, MCR2030 (por su abreviatura en inglés: “Desarrollando ciudades resilientes 2030”), en la cual la preparación para pandemias será un área prioritaria para todos los participantes, incluidos los gobiernos locales y las municipalidades, a lo largo de la próxima década.
El punto central de atención son las ciudades ya que, si bien pueden existir vectores de enfermedades, también queda claro que una urbanización sostenible crea prosperidad social, económica y ambiental, todo lo cual puede ser un importante baluarte para luchar contra la propagación de esas enfermedades.
El hecho de que algunos de los países más urbanizados del mundo estén respondiendo con un éxito relativo a la pandemia ocasionada por el COVID-19 es un indicio de esperanza.
Corea del Sur, donde más del 80% de la población vive en ciudades y pueblos, aplicó una serie de lecciones aprendidas a partir de su experiencia con el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS, por sus siglas en inglés) en 2015. El país luchó contra el brote mediante el uso de tecnologías, una comunicación abierta, procesos rigurosos de pruebas y rastreos, y una excelente atención hospitalaria.
Al igual que sucede en la mayoría de las epidemias, en gran medida, el COVID-19 representa un problema urbano. Las estrategias locales para la reducción del riesgo de desastres deben incluir de forma prioritaria la preparación para caso de pandemias, y esta necesidad debe formar parte del proceso para lograr una mejor recuperación y aumentar la resiliencia frente a futuros brotes de enfermedades.
Mami Mizutori es la Representante Especial del Secretario General de la ONU para la Reducción del Riesgo de Desastres y jefa de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres.
Maimunah Mohd Sharif es la Secretaria General Adjunta de la ONU y Directora Ejecutiva de ONU-Hábitat.
Para más información:
Campaña Desarollando Ciudades Resilientes - https://www.eird.org/camp-10-15/